lunes, 30 de noviembre de 2015

MI MOMENTO DE...bocado de tarta en 5 minutos.

Imagino que no he sido la única que en plena tarde de estudio ha sufrido una necesidad imperiosa de comer algo dulce, lo que sea, pero que esté bueno. Muchas de esas veces, al abrir la nevera o la despensa no he encontrado  ese algo que me pueda levantar el ánimo y pueda ayudarme a memorizar el tema, porque el cerebro necesita alimentarse, no hay que olvidarlo.

A veces no podía dejar de pensar en comerme unos donetes, o chocolate en cualquiera de sus formas y colores, no era yo quien lo pedía, sino mi cerebro que reclamaba su dosis necesaria para cumplir el objetivo del día...quien no se consuela es porque no quiere.

Así que hoy os traigo una receta, riquísima y muy fácil de hacer. Se trata de un bizcocho hecho al microondas en una taza. Es fácil, es rápido, y admite diferentes sabores, así que por lo menos con él, no caeremos en la rutina.

1. Mug Cake de Chocolate: cogemos una taza, ponemos 2 cucharadas soperas de azúcar, 2 de harina, y 1 a rebosar de cacao en polvo, 1 cucharada sopera de aceite,  media cucharada pequeña de levadura (subrayo pequeña porque la primera vez que lo he hecho he echado más de la cuenta y os podéis imaginar el desastre), 1 huevo, y por último un pelín de leche (una cucharada sopera). Removemos todo bien hasta que quede una masa uniforme. 

                                    

Ahora a gusto del consumidor se le pueden añadir unos trocitos de chocolate o de nueces o almendras, o lo que se te ocurra. Lo metemos 2 minutos en el microondas a temperatura máxima y...

                               

Pintaza, eh? espera unos minutillos a que se enfríe mientras te preparas un café o un té y a disfrutar del descanso.



2. Mug cake de Plátano: cogemos una taza y ponemos 2 cucharadas soperas de azúcar, 2 cucharadas de harina , 1 cucharadas de aceite, 1 cucharada de leche, 1 huevo,      1 plátano machacado y media cucharadita de levadura. Opcional podemos añadirle cualquier cosilla que se nos ocurra, trocitos de frutos secos, lacasitos, canela...


Y dos minutos en el microondas a máxima potencia y Voilà!




3. Versión con nutella: También puede sustituirse en la primera receta el cacao en polvo por nutella, nocilla o por el estilo, o poner mitad y mitad y queda más jugoso, y si encima le pones un poco de yogur, por no poner nata y salir rodando... para chuparse los dedos.


Así que ya no vale la excusa de que he estudiado mal porque tenía ganas de algo dulce y no me podía concentrar, en cinco minutos ya tienes tu dosis de felicidad a pequeños bocados.




Nadie ha dicho que por estar opositando haya que renunciar a todos los placeres de la vida.



miércoles, 25 de noviembre de 2015

Empezar a opositar

A petición de uno de vosotros que solo me lee a veces, (guiño, guiño) voy a hablar de los primeros momentos de empezar a opositar, los miedos iniciales, las horas de estudio, el ritmo que te marca el preparador...

Lo cierto es que intentando recordar esas primeras sensaciones, solo me veía a mí misma sentada delante de los temas con la luz del flexo cegándome mientras me preguntaba; ¿pero cómo he llegado yo aquí? en serio, ¿alguien me explica qué hago aquí sentada? Esta era una pregunta que me hacía los días malos. Esas maravillosas tardes infinitas que cambias de tema y lloras un poquito y ves que la gente sale a la calle, y lloras un poquito más y luego cantas artículos mientras miras la puerta del cuarto como si una voz te dijera...la puerta está abierta, tú verás.


Pero haciendo un pequeño esfuerzo también me veo a mí misma entrando por la puerta de la academia el primer día, con una chaqueta verde (no sé por qué me acuerdo de esto),  nerviosa por conocer al resto de mis compañeros, por escuchar lo que me iba a contar el preparador, en definitiva, por ver si sería capaz de hacer lo que se supone que debía de hacer para conseguir mi objetivo.


Es cierto que uno no sabe lo que es esto hasta que se mete, yo creo que es algo que nos pasa a todos los opositores, que por mucho que te digan que hay que estudiar como mínimo una media de 8 horas al día, 6 días a la semana, hay que estar metido en faena para entender lo que es una oposición. Aún así entiendo los miedos de empezar a opositar, porque al fin y al cabo es lo desconocido.

A muchos os preocupa el tema de las horas de estudio, estar hora tras hora delante de los temas activamente, porque aquí ya no vale la paliza de la semana antes después de no haber tocado un apunte en todo el año, o que te vean tus padres encerrado en la habitación para cumplir el expediente y justificar que hiciste todo lo que podías. Nada de eso, ahora toca rendir cuentas en cada cante, no solo al preparador sino a ti mismo. Sin embargo el cerebro es un músculo alucinante, yo comparo lo que era capaz de memorizar cuando empecé y mi capacidad de estudio de los últimos meses y no tiene nada que ver.

Mi primera semana de oposición estaba todo el día con el cronómetro encima de la mesa para cumplir con las famosas 8 horas que me exigían al principio...y tengo que decir que era una pesadilla, me costaba muchísimo cumplir, se me hacían las horas eternas y cuando creía que ya estaría la misión cumplida porque  estaba agotada, me daba cuenta de que todavía me faltaban dos horas. Esto cambia a medida que va avanzando la oposición. Te acostumbras a estar sentado, te acostumbras a aprovechar el tiempo al máximo porque ya no es cuestión de horas sino de temas, y al final las ocho horas iniciales quedan muy lejos de las que , por lo menos en mi caso, estudiaba.Las horas no os tienen que  agobiar porque es un miedo inicial que tenemos todos, pero te haces a ello sin darte cuenta.

Lo de cumplir las expectativas es otra cosa. Yo por lo menos me imaginaba al resto de mis compañeros como seres superiores que serían capaces de estudiar y cantar los temas genial sin esfuerzo y que yo sería la "tontita" del grupo, pero luego los conoces y te das cuenta de que tienen las mismas inseguridades que tú, los mismos miedos y que máquina no es nadie. Así que al principio, sobre todo creo que es importante saber que vais en el mismo barco, es importante apoyarse en los compañeros. No os veáis como competencia, porque si lo veis así podéis perder mucho más.


Las primeras semanas son para ir acostumbrándose. No os hundáis por haber cantado mal al principio, por haber llevado un tema menos de los pedidos o por no haber estudiado las 8 horas, porque es una carrera de fondo y cada error o metedura de pata del principio es un paso más hacia el final. Y el sentido de las primeras semanas es el de calentar motores y tener el primer contacto con lo que va a ser vuestro próximo día a día.


Os acostumbraréis a las horas, al ritmo, e incluso tacharéis de vuestro diccionario algunas palabras que ya no os serán de utilidad como; fin de semana, puente, improvisar...pero no os preocupéis porque meteréis muchas más nuevas que no sabíais ni que existían...

Enhorabuena a los que estáis empezando y apostáis por ello. Creed en el esfuerzo, apoyaros en vuestros compañeros y soñad siempre en voz alta.


domingo, 22 de noviembre de 2015

Incomprendidos club social.

Hay muchas situaciones que tenemos en común todos los que estáis opositando y los que hemos pasado por ello, excusas para explotar delante de la gente, que se quedan en arrebatos mentales mientras respondemos educadamente, siempre muy educadamente.

Hay que partir de la base de que la gente no nos entiende, si asumimos eso, el resto de nuestra vida será más sencilla.

Recuerdo un día que quedé con un par de amigos de la facultad a tomar una cerveza. Ellos estaban hablando de asuntos que les habían entrado en el despacho, de sus horarios, de los jefes... mientras yo disfrutaba de cada segundo de estar ahí, de los ruidos del bar, de la gente que entraba y salía, de estar un viernes tomando algo.

- Últimamente cuando llego a casa estoy agotado, no tengo fuerzas para nada- dijo él. Acto seguido pegó un largo trago de cerveza, como si le diera un efecto de penas nadando en lingotazo de whisky sobre la barra de un bar.

- Ya, a mi me pasa lo mismo, no saco tiempo ni para ir al gimnasio, ni para ver a nadie entre semana-dijo ella mirando al infinito.

-Sí, yo termino al final del dia muerta, pero tengo que sacar tiempo para hacer algo de deporte porque si no me duele muchísimo la espalda- añadí yo, reivindicando mi derecho a estar tomando esa caña.

- Bueno, no es lo mismo, ya sabrás lo que es terminar agotada cuando trabajes- dijo mi amigo, mirándola a ella, esperando el gesto de aprobación de quien sabe de lo que está hablando.

Me empezaron a temblar las piernas y el lado derecho de la cara. Noté como  me ponía roja, el mal estaba recorriendo mis venas. Y comenzó mi monólogo interno, el arrebato de dignidad:
" ¡¿Ya sabré lo que es terminar cansada cuando trabaje?, ¿cuando trabaje, mamón? empiezo a estudiar a las 7 de la mañana, y mientras tú lees el periódico en el ordenador que enciendes a las 9, yo estoy cantando temas como una posesa, y para tí hablar con alguien es seguir trabajando, y para mí , eso es perder un tiempo que luego tengo que recuperar. Luego te tomarás el café, porque tienes derecho a tomarte tu café, y yo me lo haré mientras sigo mirando el código civil, y probablemente mientras me lo tome esté planeando el siguiente tema a estudiar. Y tú, desgraciado, tienes hora de entrada y de salida, fines de semana y puentes, y si no lo tienes es  porque te lo pagan muy bien, y yo ni uno, ni lo otro ni lo de más allá.Y YA ME GUSTARÍA A MÍ TENER QUE VESTIRME POR LAS MAÑANAS"


- ¿Otra?


" ¿Y qué te crees que me paso el día haciendo en casa? Si, tengo una suerte loca de pasarme todo el día entre cuatro paredes, rodeada de temas, de códigos, con un cronómetro machacando  a todas horas?


- ¿Otra?


"Y lo de ponerme enferma sí que es buena, tú puedes llamar y decir que estás malo, que hoy no irás a trabajar, y para mí tener que pasarme unas horas en la cama para recuperarme es el fin del planning de la semana. Mientras la fiebre me hace delirar, con temas, por supuesto, tengo que ver en qué momento voy a meter esos temas que el malestar no me deja estudiar. Y ni hablemos de que todo este " no trabajo" lo hago por el módico precio de cero euros al mes, CERO!"

- Oye, que si quieres otra. Estás empanada, tía- dijo mi amigo desde la barra.

- Sí, ponme tres- añadí.


miércoles, 18 de noviembre de 2015

"crisi opomentales"

Un compañero del colegio mayor que llevaba varios años opositando a Abogado del Estado, me decía siempre, que la oposición era la relación más larga que había tenido nunca, que le exigía más que cualquier novia pesada pero que ahí seguía, aguantando como un jabato.

Y esa idea inicial, esa reflexión, me ayudó en muchos momentos a lo largo de la oposición.
En la academia empezamos seis compañeros a preparar a la vez, y antes de los seis meses el grupo se había reducido a tres.

Es una realidad que esto no es para todo el mundo, y que en la mayoría de los casos nos metemos sin saber muy bien lo que nos vamos a encontrar. ¿ No es lo que pasa cuando conocemos a alguien? Nos ilusionamos, nos preguntamos cómo sería, cómo va a ser y a veces la cosa marcha y otras no. A veces hay crisis, hay momentos, hay discusiones, en una relación hay altibajos, y eso no significa que no se quiera a la otra persona, que no se merezca o que me equivoqué al invitarla ese día a salir.

A mí la idea de que el recorrido de una oposición es como una relación en la que a veces hay crisis, me ayudó a lidiar con muchos de esos momentos.

Como si estuviéramos en algún reportaje de revista del corazón , me atrevo a decir que principalmente en toda "relación" hay tres momentos de crisis graves.

La crisis de los seis meses, ese momento en el que te das cuenta de que ya no tiene tanta gracia pasarse los días metido en la habitación, que los bolis y los pósits no son para tanto, que cumplir las ocho horas de estudio ya no es motivo para mandar un mensaje a un amigo y el pijama ya cansa. ¿Significa pensar eso que tengo que dejarlo? Yo creo que no.

Dejar de sentir los nervios de los primeros meses de una relación, dejar de hacer mil preguntas o tener la primera discusión, no significa dejar de sentir nada, significa muchas veces que empezamos a conocer a la otra persona. Que se exhibe con sus sonrisas y sus lágrimas, sin maquillaje, sin gomina, sin tapujos.

La crisis de los tres años. Como decía otro compañero de batalla, los años durante la oposición no son proporcionales, el segundo no pesa como dos primeros, ni el tercero como tres, sino que cada año se hace más largo, más duro y más cansado. A los tres años suele haber un momento de inflexión en el que miras a los ojos a tu pareja y piensas, ¿vale la pena? sé que le quiero, pero al mismo tiempo ya se va notando la rutina, no hace falta que le pregunte ni que me pregunte porque sabemos exactamente qué estamos pensando. ¿eso es bueno? ¿es malo?

En la oposición, los tres años, es ese instante en el que la gente que conoces termina sus másteres, consigue un ascenso, habla de nóminas, de vacaciones, y tú piensas , ¿vale la pena perderse todo eso?

Y la crisis de los 6 años. Hasta ese momento no te planteas que llevas "años", está dentro de lo normal, de la media, sin embargo, en este punto llega el momento en el que piensas...coño, esto va en serio. E igual que muchas parejas se dejan de repente cuando se dan cuenta de que llevan mucho tiempo juntos, de que ya la gente pregunta cuándo hay boda, y no porque ya no se quieran, sino porque da miedo. De igual manera en la posición, puede entrar el miedo del tiempo invertido, de lo perdido, de lo que ha pasado y no me he enterado.

Las crisis como tal, no son malas, son momentos de reflexión o de asumir que pasamos a otra fase. Una oposición creo que no se puede dejar por una crisis como tampoco una pareja. Hay que cortar cuando algo o alguien no te hace feliz, cuando no es lo que quieres, o cuando aunque lo sea, estar con ella o en ella, supone ser un infeliz.

Las crisis son pasajeras e incluso diría que necesarias, para parar, analizar, coger fuerzas y seguir adelante.



lunes, 16 de noviembre de 2015

Estoy viva. La cara y la cruz.

Normalmente la entrada del lunes la escribo el fin de semana. No me suele costar, me siento frente al ordenador, me retrotraigo a un par de años atrás y parece que los dedos van solos, sin embargo este fin de semana no he podido, no he querido sentarme, sabía que no saldría nada.

Ha sonado el despertador esta mañana, lo he golpeado como cada día, y al ver la hora y sentir ya el frío de noviembre fuera del edredón, me estaba diciendo; No, no quiero salir de la cama, que pereza levantarme. Pero me he parado en seco, no quería pensarlo, no me he sentido con derecho a ello.

Cuando he abierto la puerta del despacho y mientras subía las persianas, estaba pensando; que pase rápido el lunes, y me he vuelto a parar. ¿Que pase rápido el lunes?

La entrada de hoy es una mera reflexión, un pensamiento que se me cruza por la cabeza desde la noche del viernes, desde el 11 de marzo, desde el 11 de septiembre, después de cada telediario en el que se habla de fallecidos en accidente de tráfico, de avión, de víctimas de malnacidos... ¿Qué darían cada una de esas personas que estaban en el concierto o tomando algo el viernes en los sitios malditos de París, para que hoy fuera también lunes para ellos? ¿ Qué daría cada víctima de un accidente de coche o de cualquier desalmado que decide, porque se cree con derecho a ello, que la vida de alguien ya no siga contando, por tener por delante esta semana que a mí me da pereza?

No pretendo caer en el típico Carpe Diem, en el exprime tu vida al máximo, deja el curro, la oposición, deja a alguien y vive tu vida como si no hubiera mañana. No me refiero a eso, sino a saber que esto es una oportunidad, el proyecto que tengas delante de las narices, llámese negocio, familia, oposición, cambio de vida, es una puñetera oportunidad. Y si no funciona, resulta que hoy todavía estamos vivos para emprender otra, otra oportunidad, otra apuesta por nosotros.

No puedo quitarme de la cabeza una imagen, me imagino a cualquiera de las víctimas de la noche del viernes, que estaba tomando algo con alguien, diciendo: - Me encantaría hacer esto, a veces pienso que podría hacer lo otro. Y puede que el de enfrente, el que se está tomando un vino una noche de viernes, le dijera: - Ya lo harás, ya habrá tiempo.

Sí, hoy es lunes, hace frío y queda una semana por delante. Pero quizá no nos damos cuenta de que hoy es lunes y tenemos toda una semana por delante, para continuar apostando por nuestro proyecto, sea el que sea, para seguir sintiendo el frío de la mañana, porque es lo que se siente en invierno cuando todavía se respira.

Seguramente dentro de unas semanas, o de unos días, volveré a caer en la inercia de no darme cuenta del gran privilegio de estar vivo, pero hoy me siento así, VIVA, y al mismo tiempo muy triste porque a veces el ser humano da mucho asco y creo que somos el animal más cruel que existe, y feliz, por estar rodeada de muchos seres humanos extraordinarios. La cara y la cruz.


A todas las víctimas de la barbarie humana, D.E.P





jueves, 12 de noviembre de 2015

Personas que inspiran

Mis dos películas favoritas desde siempre han sido Mary Poppins y Amelie. Creo que la razón es porque hablan de la magia, de cuadros en los que te puedes colar, de gnomos que viajan, de tíos vivos que cobran vida... de pequeña creía que podía toparme con esa magia, en el fondo quería creer en ella y encontrar la puerta mágica, como Alicia en el país de las maravillas. Pensaba que si todo era lo que parecía ser, era un coñazo.

Ahora con unos cuantos años más, estoy convencida de que la magia existe, pero ahora sé que tiene otra forma, a veces tiene forma de personas.

Siempre evalúo lo interesante que me parece alguien, por los cafés o no que me tomaría con ella. Hay veces que conoces a alguien y piensas, cambiaría de dirección solo por no tener que compartir los próximos cincuenta metros de recorrido, porque esta persona me aburre, me deprime y me quita la energía. ¿No os habéis cruzado nunca con vampiros de energía, esos que por alguna razón te dejan bajo mínimos después de diez minutos de conversación?

Hay otras personas con las que me tomaría un café a diario. De hecho, durante la oposición pensaba, si pudiera desayunar todas las mañanas con este o con aquel, devoraría los temas del día.

Hoy os quiero presentar a dos personas inspiradoras, de esas que da gusto escuchar, no porque cuenten la película de que la vida es maravillosa, y de color de rosa, sino porque saben dar pistas sobre cómo se puede mirar lo bueno y lo malo para sacar lo mejor.

Seguro que muchos ya los conoceréis, pero para los que no os suene, os dejo sobre sus nombres un enlace de alguna entrevista que hayan dado, para que les pongáis cara, y sobre todo para que su forma de entender la vida, nos dé un poco de azúcar y esa píldora, que os dan, la píldora que os dan, pasará mejor (no me he podido resistir)

Albert Espinosa, guionista, escritor y ejemplo a seguir. Escucharle hablar del dolor y las adversidades, a mí me daba un chute de energía para vivir mi día a día sabiendo que al final, incluso de lo malo puedo sacar una lección.

Josef Ajram broker, empresario y deportista. Siempre he creído que la oposición es como una prueba de Iron man mental, te llevan al límite y cuando crees que no puedes más, te encuentras con más kilómetros por delante. Josef, aconseja dividir el recorrido para que la distancia no nos haga desistir de andar el camino.

Estas personas para mí, tienen algo de magia.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Mi preparador, mi gurú.

Yo no sé si los preparadores son conscientes de la importancia que tienen en la vida de un opositor, que son los gurús, la palmadita en la espalda o, y no hay que dejar de decirlo, la zancadilla que te puede hacer caer en el momento más crucial de la carrera.

Si supieran que cada palabra, cada expresión de su cara al oírnos cantar un tema y cada gesto, va a ser examinado y repensado al detalle durante los siguientes días, igual no se atreverían a mover un pelo.

Son una especie de guía espiritual. Tanto ayuda un buen preparador, como destroza uno malo.

El preparador no es sólo aquel a quien le vas a cantar los temas una o dos veces a la semana, o quien te ayuda a organizar tu planning para que dé tiempo a terminar el repaso antes del examen, no solo es aquel que te comenta que se te ha olvidado decir esto o que aquello no ha tenido suficiente literalidad.
Desde mi punto de vista y gracias a la experiencia que tuve yo, un preparador tiene que saber que tú y yo no somos iguales, que cada uno tiene su ritmo, que si a ti se te da bien la literalidad a mí se me da bien relacionar una idea con la otra, y que lo que vale para ti no vale para mí.

Creo que ahí radica la esencia de un buen preparador, en conocer a sus opositores, en personalizarlos con sus nombres y sus problemas, porque durante la oposición no son pocas las veces en las que uno debe lidiar con un bloqueo emocional, con la pérdida de un familiar o con un desánimo pasajero.

Imagino que depende mucho de cada oposición. En particular, en el caso de notarías, los preparadores son los que desinteresadamente y por devolver el favor que en su día alguien hizo por ellos, deciden recién aprobados, o durante toda su carrera profesional, acoger a jóvenes perdidos, con su cronómetro y su programa de notarías debajo del brazo.

A lo largo de los años que estuve opositando tuve varios preparadores, unos buenos y otros no tanto, de ahí que insista en la importancia de contar con un buen bastón para el camino.

La primera que nos puso la academia, era una chica que había estado bastantes (y bastantes son bastantes) años opositando, y eso se le notaba. No dudo que tuviera la mejor de las intenciones, sin embargo, creo que antes de ponerse a animar a alguien a hacer algo, hay que salir del pequeño bache. ¿Bache? ¿Habiendo aprobado?- pensaréis. Pues sí, son muchas las personas que tras aprobar se dan cuenta de todo lo que ha pasado en los últimos años de encierro en su cuarto. Yo me lo imagino como en la película de "Good Bye Lenin". Durante los años de encierro tanto la familia como nosotros mismos nos aislamos un poco de todo para poder lidiar con nuestro día a día, y ese aislamiento es tanto de lo bueno como de lo malo. Nos cuentan y nos contamos que todo sigue igual, pero una vez que se sale de la habitación, a veces, hay que pasar el duelo por un familiar muerto o la ruptura con una pareja. El contacto con la realidad muchas veces es un recuento de bajas, cambios que no se podían digerir durante la oposición y que a la vuelta, cuando te piensas más fuerte, se tropiezan contigo, o te tropiezas con ellos.

Lo primero que nos dijo nuestra preparadora el primer día de academia, cuando escuchábamos ansiosos, nerviosos pero con ganas, es que si ella volviera atrás, no hubiera opositado nunca. Y eso, dicho antes de empezar una batalla, cae como una patada en el estómago. No creo que tuviera mala intención, para nada, creo que fue sincera, pero usó la sinceridad con las personas menos indicadas.
Probablemente hoy nos dijera que está feliz, que vale la pena, que después de la lucha ha tenido su recompensa, pero desde mi humilde opinión, se puso a preparar sin estar preparada.

Tras casi año y medio con ella, el grupo entero decidimos pedir que nos cambiaran. No sé si la herimos o le molestó, pero está claro que es una etapa tan dura, que o te buscas buenos pilares o te vas al suelo con todo el equipo puesto.

Y en unos días, empezamos con otros dos preparadores más, recién salidos del horno, recién aprobados, pura alegría. Eso era otra cosa. Nada más conocernos nos dieron la enhorabuena por haber tomado la decisión de opositar, por haber apostado por esto. Y eso, nos sentó de lujo. Tan importante es mantener el ánimo alto como rodearse de gente que también entienda la vida así. Y como decía al principio, el preparador, que durante la oposición es una especie de guía, de referencia, de lo que quiero ser, no puede no tener una actitud de ánimo y de apoyo.

Un año después tuvimos la mala suerte de que uno de ellos cogió plaza en Canarias y la otra solo podía tomarnos temas una vez cada dos o tres semanas. Así que vuelta a andar perdidos, cojos sin un bastón.

En mi caso, esa mala suerte fue la mejor que podría haber tenido. Fui a parar con tres preparadores buenísimos. Notarios desde hacía muchos años, pero sin haber olvidado lo que era estar al otro lado de la mesa. Los últimos tres años de oposición preparé con ellos, y tuve la confianza para contarles cuando estaba bien y cuando no, supieron qué decir para animar, qué decir para hacerme creer que un día sería una compañera más. Y creo que ahí radica parte de la clave de un preparador, que te transmita que luchando, en breve estarás al otro lado, perdida en un pueblo discutiendo sobre lindes, servidumbres y testamentos.

Muchos me habéis contado por email que no estáis contentos con el preparador, que no os entiende, que no le entendéis, y en ese caso, os animo a que si no es lo que necesitáis, si no salís de cantar temas con ganas de hacerlo mejor la semana siguiente es que algo no encaja. No hay que tener miedo a los cambios.

Estáis luchando una batalla tan dura que os tenéis que hacer con las mejores armas y compañías.

Gracias de corazón a mis preparadores. A todos.
C.S
J Y JP.
I.M-G, JL M-G, JA M.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

desayuno con diamantes.

¿Conocéis el libro los renglones torcidos de Dios? ese en el que alguien entra en un centro psiquiátrico para investigar algo y a lo largo de toda la novela tienes la duda de si está investigando o solo es una loca más. Pues mi colegio mayor fue algo como estar infiltrada sin saber si ya había pasado o no la delgada línea que separa al que acaba de llegar con sus manías y gustos de la vida anterior, de los que ya viven allí siendo un destello de lo que eran.

Me levanté a la mañana siguiente de haber llegado al colegio, tras recibir las directrices de lo que poder preguntar o no preguntar, lo que decir o no decir, pero con la obligación de presentarme a todos los colegiales.

Aparte de ser una persona vergonzosa, por la mañana soy un ser muy poco sociable, necesito desayunar en silencio, con pintas y a mi bola. Así que esa mañana me tocó dejar a un lado mis costumbres y arreglarme para bajar a desayunar y presentarme a todos.Creo que me cambié unas tres veces, para terminar bajando con unos vaqueros y una camiseta.

 Lo que más me agobiaba era tener que presentarme a todos, ir grupo a grupo diciendo que acababa de llegar, que opositaba a notarías, que estaba ilusionada, y bla, bla.

Bajé las escaleras, crucé el patio exterior y entré en el edificio en el que estaba el comedor y las salas de estar. Junto a la cocina había varias mesas de madera ocupadas cada una de ellas por una persona con un periódico diferente, reconocí el clan al que iba a pertenecer, al de "ni me hables por la mañana", pero puesto que no conocía a nadie y me tocaba presentarme a la gente decidí que lo mejor sería sentarme en el comedor con otros colegiales.

Me sorprendió que al entrar solo hubiera una mesa ocupada por un chico, cuando fuera había tanta gente absorta en sus periódicos. Me pareció hasta mejor,  porque así no pasaba la vergüenza de conocer a mucha gente a la vez.

Cogí mi café, mis tostadas y me senté a su lado. Me presenté y se presentó. Cuando pensé; todo va bien, es majo, esto no es tan difícil, ya conoces a uno más, un olor intenso se hizo con toda la sala.

Mi supuesto nuevo conocido se levantó de la mesa y sacó del microondas un trozo de carne prácticamente crudo que olía a vinagre que echaba para atrás.

Soy vegetariana desde hace más de diez años porque me da asco la carne, solo pensar en los nervios, en toparme con un trozo duro, o que salga un poco de sangre...me dan arcadas.
Imaginaros mi cara cuando a primera hora de la mañana, con el estómago vacío, me encuentro con un señor que desayuna algo que huele fatal y que chorrea sangre por todos los extremos.

Creo que mi cara expresaba el baile que estaban teniendo mis entrañas intentando no obligarme a ir al baño, porque el chico decidió explicarme con pelos y señales que desayunaba, comía y cenaba carne casi cruda y un mejunje verde no menos asqueroso, para no engordar y estar al mismo tiempo lleno de energía para estudiar.

El olor era tan penetrante que fui incapaz de probar bocado. Tras despedirme de él, diciéndole que tenía que deshacer la maleta, deshecha desde el día anterior, me crucé con una chica que tras verme la cara y asomarse al comedor me sonrió y dijo; - sí, por eso desayuna solo.

La sonreí, pero fui incapaz de añadir nada a mi sonrisa/expresión de asco, porque todavía tenía el regustillo del vinagre en la garganta y la imagen de ese pedazo de carne en la retina.

Subí a mi cuarto e hice el recuento, vale, solo me he presentado a uno con el que no voy a volver a sentarme a la mesa nunca más, por tanto, a parte de las dos chicas con las que comí el primer día, y un par de sonrisas furtivas que gritaban (me siento sola, háblame por favor), no conocía a nadie más.

En ese momento deseé con todas mis fuerzas volver al patio del recreo, a esa edad en la que te juntas con un compañero, y cuando necesitas a más niños para jugar a escondite, la comba, el elástico os cogéis por los hombros y paseáis por entre los demás niños gritando a pleno pulmón,¿QUIEEEEN QUIIIERE JUGAAAAR CON NOSOTROOOOS?