miércoles, 27 de abril de 2016

Los giros que da la vida.

Esta entrada es más bien una confesión, reflexión o pregunta que me lanzo a mí misma dadas las circunstancias y los giros que da la vida.

He de reconocer que la finalidad inicial del blog era desintoxicarme de mi etapa de la oposición. Darle forma de palabras, escupirlas sobre la pantalla de un ordenador y esperar a que se cerrara esa puerta. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, nada más distinto a los planes iniciales, lo cierto es que el blog me volvió a remover las entrañas y a hacerme preguntas que no quería ni formular.

¿Y si lo volvieras a intentar?
¿Y si compaginas oposición con trabajo para no tener la presión de que es todo o nada?
¿Y si te lo planteas a largo plazo, sin presión de que tiene que ser esta convocatoria?

Y cuando me encuentro en pleno interrogatorio y meditación...me entero de que estoy EMBARAZADA. 

- Tenía la sensación de que iba a pasar próximamente- dice mi marido reflejado en el espejo del baño, mientras todavía sostengo el test de embarazo entre las manos.
-¿Sí?, ¿Por qué?, si llevamos meses intentándolo y nada - Le respondo yo entre feliz y muerta de miedo.
- Porque te pega todo decidir darte la oportunidad de volver a intentarlo y que algo te trastoque los planes- dice medio riendo, medio mirándome con pena. 
En ese momento me hizo gracia. Al cabo de diez minutos volví a ese pensamiento...

Un momento...la primera vez me pierden el temario, y ahora cuando tengo tomada más o menos la decisión, y hasta me ilusiona ponerme a estudiar unas horas al día y los fines de semana, me quedo embarazada después de meses de intentos fallidos. Un momento...¿Alguien me está intentado decir algo?

De momento he tenido que aparcar nuevamente el proyecto, porque ya me cuesta venir a trabajar todos los días con lo mal que me estoy encontrando, como para ponerme a estudiar entre náusea y náusea. Sin embargo, creo que precisamente el hecho de este nuevo giro me ha dado un poco de perspectiva, algo me dice que no corra, que nadie me persigue, que las cosas pasan cuando pasan porque tienen que pasar, y luego ya sucederá el resto.

Así que, sin dejar de aparcar del todo el proyecto de volver a intentarlo en el futuro, pero dejándolo de momento en doble fila, me voy a centrar en el nuevo paso de mi vida, que viene pisando fuerte y dejándome para el arrastre, pero eso sí, muy feliz, y ya en cuanto pueda, empezaré a cantarle algún temilla con el que seguro se queda sopa en menos de que cante un gallo.

En cierta manera este giro se debe a vosotros, a cada comentario o cada reflexión que hacéis en el blog. Me habéis vuelto a recordar que no hay nada más emocionante que luchar por lo que uno quiere, aunque sin dramas, al final no hay drama que valga la pena.


miércoles, 20 de abril de 2016

Otra experiencia real.

Una compañera ha decidido hacernos partícipe de su historia, así que sin dejar de darle las gracias por su generosidad, os dejo con su relato, que estoy segura de que a muchos de vosotros os ayudará y a otros desgraciadamente os habrá pasado algo parecido.

Hola a todos,
Después de pensármelo mucho y gracias al ofrecimiento de María, he decidido  contar cuál ha sido mi experiencia en las oposiciones y ello, fundamentalmente, por dos motivos:
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El primero, creo que puede servir de ayuda a todos los que hayan pasado o estén pasando por una situación similar. Es frecuente que en los blogs de opositores se hagan relatos de personas a las que la oposición les ha ido bien y su recorrido acaba con un exitoso aprobado. Mi intención aquí es alentar a todos los que no nos encontramos en esa tesitura y la vida nos ha puesto en situaciones en las que la cuerda se ha tensado tanto que incluso hemos pensado en abandonar.
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El segundo motivo por el que escribo esto, es por mí misma, para que me ayude a cerrar definitivamente esta herida emocional que dura ya unos cuantos años.
Por una cuestión personal, no daré datos ni nombres de las personas que menciono aquí. No obstante, si alguno quisiera más información podría ponerse en contacto conmigo. Intentaré ser lo más breve posible en mi relato aunque para contarlo todo bien, sí será necesario que me extienda un poco, os pido perdón de antemano si la lectura os resulta algo tediosa.
Mi historia comienza hace 4 años. Yo siempre había sido una buena estudiante (como el 99% de los que opositamos) que finalizaba en la universidad con la ilusión de empezar una nueva etapa como opositora. Empezaba insisto, con mucha ilusión pero también con mucha inexperiencia e ignorancia. No conocía a nadie que hubiera aprobado mis oposiciones (son del grupo A) ni ningún familiar que me pudiera orientar en las mismas. En la ciudad en la que resido, de mi oposición sólo había un grupo de preparadores que preparaban lo que yo quería estudiar, es decir, o preparabas con ellos o te tenías que ir a otra ciudad. En ese momento pensé que no había diferencias entre un preparador u otro, máxime cuando todos ellos habían pasado por un tribunal y habían acreditado sus conocimientos, así que no le di demasiada importancia a ese hecho, pensé “qué más dará, esto consiste en estudiarse los temas y ya está”. CRASO ERROR, que después me llevaría al punto en el que ahora me encuentro. A partir de aquí, empezaron los primeros cantes y las primeras felicitaciones.
Cuando llegaba a cantar mis preparadores JAMÁS (reitero, JAMÁS) me hablaron de la literalidad de los temas o de la calidad de los mismos. Yo me limitaba a EXPLICAR los preceptos del Código Civil y a EXPONERLOS como si fuera una profesora de universidad. Jamás se me corrigió o se me indicó que así no debía  “cantarlos”, es más, se me indicaba todo lo contrario, que mi forma de cantar era muy buena y que estaba haciendo las cosas bien. No obstante, había algo en mi interior que me decía que algo no estaba bien, los temas que se me habían proporcionado (en mi oposición no hay un temario de una editorial hecho) eran muy antiguos, no sólo no coincidían los epígrafes de los temas sino que habían erratas muy graves en los mismos.
A los 6 meses de comenzaa opositar, empecé a preguntar a los compañeros si eso era normal, ellos me respondían que me fuera acostumbrando. Me decían “sí, tendrás que hacértelos tú porque conforme avances con el temario la cosa irá a peor”. También empecé a preguntar a los preparadores y me respondían lo mismo. Yo no tenía ni idea de cómo se hacía un tema pero ¡si acababa de empezar!
Cuando llevaba algo más de un año de preparación salió la convocatoria, yo me había estudiado el primer oral (la mitad del temario) así que, a pesar de no haberme mirado todo el temario, podía presentarme al primer ejercicio y ver qué tal se daba la cosa. Por aquél entonces, la relación con mis preparadores era muy mala, mi desconfianza hacia su forma de preparar era palmaria y la relación personal, mala. Aún así me presenté al examen y saqué un 5. A pesar de haber aprobado salí del examen pensando que mi nota debía haber sido superior, pensaba que el examen lo había hecho mejor, algo no cuadraba. Por esta razón, decidí buscarme (literalmente) la vida para cambiar de preparador en mi misma ciudad y, después de preguntar a “diestro y siniestro” conseguí que me prepararan otras personas que, y ahí está el fallo por mi parte, nunca habían preparado. Fui su “conejillo de indias”.
En aquél momento ya psicológicamente estaba DESTROZADA, la desconfianza en mi misma se había apoderado de mí y empezaba a sufrir crisis graves de cansancio. Me levantaba y a mitad de mañana tenía que parar de estudiar porque no me mantenía ni en pie. Estaba destrozada y empezaba mi declive como opositora. Aún así, estudiaba lo que podía y conseguí acabarme el temario (había pasado 1 año desde mi aprobado) y volvió a salir la convocatoria. Con los nuevos preparadores seguí estudiando de la misma forma que con los anteriores, no se me corregía ni la forma de cantar ni tampoco la “supuesta” literalidad que debía llevar en los temas. Me volví a presentar al examen,pensaba que lo llevaba bien ya que contaba con más vueltas y experiencia. Hice el examen y mi preparador al salir me dijo que lo había hecho muy bien, que aprobada seguro. Pasé una tarde entretenida, estaba convencida de que había hecho un buen examen –dado que me había sentido incluso más cómoda que en el preparador- … pero mi sorpresa fue cuando a las 9 de la noche me volvió a llamar para decirme que estaba suspendida. No daba crédito, yo pensaba que lo había hecho genial!
Pues sí, suspendida por todos los miembros del tribunal y aquí viene la parte dura de mi historia. Al preguntar qué había sucedido me di de bruces con la triste realidad. Ni la literalidad que llevaba era la idónea para aprobar, ni mis temas tenían suficiente contenido. El tribunal también argumentó que mi forma de cantar no era la correcta ya que parecía una profesora de universidad pero no una opositora. Se me cayó literalmente el mundo al suelo, me pasé una semana sin salir de la cama. Me habían engañado o, al menos, así me sentía yo. ¿Por qué nadie me dijo que me tenía que aprender el Código Civil? ¿Por qué no me habían dicho que explicaba los temas cuando eso NO era lo que pedía el tribunal? ¿Por qué no se me había corregido la velocidad de cante? No me lo podía creer, me quería morir.
Al hablar con mis preparadores ellos no asumían la responsabilidad de nada, me dijeron que si quería seguir era cosa mía que yo “ya era mayorcita para tomar la decisión de seguir o no”. Es decir, al suspenso se añadió una falta de asunción de responsabilidades. Sólo yo era la responsable, según ellos, claro.
Estuve un mes pensando si seguir o no, llevaba ya 3 años y estaba quemada. Obviamente, no quería seguir preparando con ellos pero en mi ciudad no había nadie más con quien preparar. Les dije a mis padres que quería irme a Madrid pero al hacer números de lo que suponía económicamente ese traslado me dijeron que era inasumible pagar preparador, alquiler, comida... En ese momento yo ya estaba DESESPERADA. Conocía casos de gente que preparaba por Skype así que empecé a preguntar a preparadores en Madrid si aceptaban esa forma de preparación que me permitía seguir en mi ciudad. Después de muchas negativas encontré uno que aceptó prepararme. Mi nivel académico era tan bajo que me tocó después de 3 años prácticamente empezar de CERO, nuevos temas sin subrayar y dándome cuenta de que no cantaba ni un precepto literal. Me quería MORIR, era desesperante, decidí acudir a un psicólogo porque ya no podía más. Poco a poco fui remontando (con muchos lloros, eso sí) y en ello sigo un año después. Sigo en la lucha con la esperanza de volverme a presentar de nuevo cuando vuelva a salir la próxima convocatoria.
Ésta es mi historia, he suprimido ciertas cosas porque no quiero que esto sea una novela aunque bien pudiera serlo. No me gusta dar consejos pero la única advertencia que sí os doy es que penséis muy mucho con quién vais a preparar y qué temario manejáis. Ésa no es una cuestión baladí porque si llevas muchas vueltas de un tema que es una porquería lo que cantaréis al tribunal será una porquería.
Ojalá este cuento que para mí ha sido una pesadilla acabe después de todo con final feliz, aunque, ¿sabéis qué? Para mí haber luchado tanto ya es una pequeña victoria.
Gracias por leerme.


miércoles, 13 de abril de 2016

Día de cante. Día D.

Día de cante, hoy canto, hoy tengo prepa, hoy tengo temas...que sencillo y natural suena cuando llevas un par de años haciéndolo...pero pobre del que esté en esa fase de la oposición en la que el día de cante es el día D. ¿Día D? día de Mierda, día de nervios, día de estar histérica, día de tomarme o no un sumial... día D.

Las veces que voy a entrar en sala porque tengo juicio, cuando tengo que poner cara pocker delante del cliente y decirle: "no te preocupes" mientras el corazón galopa dentro del pecho como queriendo que todos en el pasillo del juzgado le oigan decir: "no la creáis, en realidad está acojonada". Esas veces, no puedo evitar acordarme de mis primeros cantes. Ay esos primeros cantes que suenan a examen continuo, a ridículo asegurado, a temblequeo de piernas y boca seca, a cara colorada, a no saber si mirar al preparador o a alguna mancha de la pared, a querer hacerlo genial, y temer que la respuesta sea: " gracias por venir, esto no es para ti".

Me consuela acordarme de esa chica nerviosa, pasando folios, con tres o cuatro temas bailándole en la cabeza, esperando su turno, mientras oye a sus compañeros cantar, y piensa; si hubiera sido la primera ya lo hubiera pasado, por favor que no me pida ese, ¿cómo empezaba el artículo 1124? Buf, yo después de este ni de coña que el tío ha clavado los artículos. Me consuela recordar que esa misma chica otro día iba con todo el temario en la cabeza y pendiente de su turno por no perder más tiempo del necesario. Y lo que separaba a una de la  otra era una simple cuestión de tiempo.

Ahora, en los temidos pasillos del juzgado, mientras espero con mi toga entre las manos, como si me diera vergüenza ponérmela antes de hora, buscando una cara amiga, la mirada de algún compañero que tenga el mismo tic que yo en el ojo de nerviosismo, y solo me cruzo con gente segura, con caras de llevar haciendo esto vida y media, me repito que sólo es cuestión de tiempo. Ya traeré el temario entero, sin nervios, sin temor a hacer el ridículo.

Lo curioso es que la sensación entre los días de cantes y los días de juicio es la misma, los nervios se convierten en furor nada más terminar. Sales renovado, liberado, porque nunca sale tan mal como te lo habías contado a ti mismo.

Al final, todo en esta vida es cuestión de tiempo, de poner cara de pocker al principio, y no tener que poner cara alguna al final.

lunes, 4 de abril de 2016

Los errores que cometí.

A parte de los trucos que se van descubriendo con la práctica y que dependen de cada uno, estudiar por la mañana o por las noches, hacerse mil listas y plannings, reglas nemotécnicas para memorizar, dibujos al margen de los listados eternos... igual o más útil si cabe es darse cuenta de los errores que se cometen, porque ya sabéis que somos aquellos maravillosos seres que tropezamos una y otra vez, y otra y otra más, con la misma piedra.

En este caso os voy a contar algunas de las cosas que si volviera atrás cambiaría, y si a alguno de vosotros le sirve, mejor que mejor.

1. Durante mi oposición, en muchas ocasiones, imagino que fruto de mi propia inseguridad, me propuse a mí misma callar muchas bocas, siempre pensaba: " ya veréis cuando apruebe" pensando en todos aquellos compañeros trajeados con los que me había cruzado algún día a la salida del cante, sintiéndome una pringada por seguir exactamente igual que cuando estábamos en la facultad, o cuando me acordaba de todas esas personas que opinan gratuitamente y creen que su manera de animarte es soltar un ; "uf, pero si llevas muchos años estudiando,¿cuándo te vas a poner a trabajar? " y muchas más de esas personas y de esas situaciones. 
Ahora con perspectiva, pienso en el desgaste que me suponía todo eso, y en lo inútil que fue. Al final lo importante es hacer las cosas por uno mismo y pensar " ya verás cuando apruebes". Los demás o apoyan o no lo hacen y los que no lo hacen no vale la pena ni dedicarles un pensamiento.

2. Otro de mis errores fue no gestionar bien los días libres. Y esa fue una metedura de pata importante. Empecé la oposición como la mayoría, después de un largo verano de casi tres meses, con las pilas cargadas y las ganas de sacármela cuanto antes, y empecé a hacer tonterías como prescindir de algún día libre, o descansar solo medio. 
Pensaba que cada hora más de estudio, era una hora menos hasta el aprobado, y no siempre es así. 
Como ya he dicho en alguna ocasión, el estado de ánimo es fundamental, y una hora estudiada por alguien con ganas, descansado y concentrado, no tiene nada que ver con una hora de alguien agotado. 
A medida que me fui dando cuenta de que se trataba de una carrera de fondo, fui respetando religiosamente el día libre, pero eso sí, sintiéndome de vez en cuando culpable por estar teniéndolo. Otro gran error! Entre la culpabilidad y la inseguridad empezaba la semana agotada! jajajaj. Por ello, y como ya he dicho, somos nuestro mejor aliado y nuestro peor enemigo, así que fundamental es contar con nosotros, y cuidarnos.

3. Y en relación con la idea de cuidarnos, viene el tercer de mis errores. Y este era pensar que todo lo que no era estudiar era perder el tiempo. No!!!!! otro error fatal! 
Me dolía la espalda y pensar en ir al fisio me parecía imposible, "¿Cuándo voy? Me corta toda la mañana", y luego llegaban los tres días de ciática en los que las horas no cundían, me moría de dolor y me frustraba por no estar cumpliendo. Y eso señores, se hubiera arreglado con una hora cualquier mañana.

Desde la lejanía, ahora me doy cuenta de lo importante que es, más que echar una hora más, el estar bien, el estar animado y con ganas de enfrentarse a los temas del día, y para eso, es fundamental hacer las cosas por uno mismo, sin que nos condicionen los demás, y estar con la cabeza y el cuerpo despejado (dentro de las posibilidades...que un día libre tampoco obra milagros)